COLUMNA NECAXA
¡Aniversario pandémico 2.0!
Así es…
Hoy no juegan los Rayos, pero es un día especial: ¡es día de aniversario rojiblanco! ¡Felicidades Necaxa! ¡Felicidades a Rayos y Centellas!
Este es un aniversario especial porque es el segundo en medio de la pandemia que lo cambió todo. Para la mayoría, dadas las condiciones del contexto virulento, se tratará de celebrar nuevamente desde casa, algunos celebrarán reuniéndose (con cuidado por favor), lo importante es celebrar. Que el convite sea rojiblanco, por su historia, nuestra historia. ¡Qué viva el Necaxa! Y sobre todo, ¡que viva la comunidad necaxista, todos!
Hoy es más fácil escribir la columna porque Necaxa ganó dos juegos consecutivos, a San Luis Potosí (o como lo conocemos algunos aficionados de Rayos, el “Shelbyville”, guiño, guiño) y a los alicaídos Pumas. En relación con las Centellas, da para otra columna, sin duda.
En 98 años de historia se han acumulado infinitos relatos y esta vez no me quiero centrar los ya conocidos de los jugadorazos de las décadas de 1930 o 1990, esta vez me quiero concentrar en la gente: aquella que se desgañita en las tribunas, las que no se pierden un partido ya sea en televisión o radio, aquí y allá. Los que tienen tatuado el escudo y los que tienen una playera, aunque sea “viejita”. La afición del Necaxa es, sin lugar a duda, una de las más fieles y resilientes de México.
Mucho se habla en los medios de comunicación masiva de las fanaticadas norteñas o de los “equipos grandes” pero qué aquellos que torneo a torneo, sabiendo que será difícil llegar a conquistar el campeonato, siguen apoyando, están pendientes del equipo y exigen (porque pueden y se lo merecen) nada menos que un campeonato, son aficionados que deben valorarse siempre.
Hoy celebramos al Necaxa, pero cabe recordar que en este grupo de equipos “ignorados” –maltrecho por los medios– también está el Atlante, el Veracruz, y si me apuran, también Irapuato, Zacatepec o Morelia. Esas aficiones, nosotros, somos quienes damos vida al futbol, porque a pesar de no encontrar tanta información del equipo, estamos ahí, compramos entradas a los estadios, viajamos, los seguimos contra viento, marea y medios de comunicación. Hace unos días leía un tuit de un periodista (uno bastante gris, tanto, que no recuerdo el nombre) quien decía que a nadie nunca le importa cuando Necaxa gana… Él no entiende nada de afición, tal vez por eso a tan poca gente le importa lo que diga. Par de ejemplos:
El domingo pasado, precisamente antes de leer el tuit, me encontré en un mercado de la CDMX a un miembro del Comando Rojiblanco, uno de los grupos mejor conformados de aficionados rojiblancos. Tenía tatuado en el brazo el escudo del Necaxa –¡saludos Luis!–; a pesar de todos los pesares, él y la barra cantan y siguen al equipo a donde vaya, lo siguieron a Aguascalientes y lo seguirán a donde sea necesario. Y así me puedo seguir con la familia del Rayo Mayor o la Sobredosis Albiroja. Todos somos uno.
Otro ejemplo, este es personal. Por gajes del oficio, tuve el privilegio y suerte de estar en la cancha del Estadio León cuando Necaxa consiguió su primer ascenso. Iba como fotoperiodista y una vez que pitó el árbitro, corrí para tomar infinitas fotos de la proeza y cuando me encontré con el “Jefe” Quattrocchi no pude hacer nada, no sabía qué decirle, estaba privado en lágrimas, de mi boca sólo salió un “gracias, ¡muchas gracias!” y seguía llorando, porque como le dije, una vez que recobré el aliento y la compostura, nos devolvió la infancia a muchos, a otros los llenó de esperanza por tiempos mejores.
Todo eso es Necaxa. 98 años de infinitas historias (muchísimas increíbles, de no creerse pues) de lo que los aficionados somos capaces de hacer por seguir y apoyar a los Rayos. Sí es un estilo de vida, sí nos forja en el ser. En las buenas y en las malas.
Y mientras, quienes pueden darse el tiempo de celebrar en casa, busquen lecturas de Villoro o videos del Necaxa, no para engendras la nostalgia (más…) sino para disfrutar y celebrar tantos episodios de vida tan especiales que otros equipos no serían capaces de darnos.
Ya lo decía hace un año: los Rayos son un histórico de nuestro fútbol. Que la algarabía y el jolgorio sean rojiblanca porque la afición sigue, a pesar de todo, apoyando, portando con orgullo la camiseta, siempre; que la jarana suene como trueno porque el Necaxa es un rayo y no se apaga.
Este es un aniversario pandémico, otro, y cada quien en casa, destape una cerveza, la champaña y brinde por los Rayos, por su historia, nuestra historia. ¡Qué viva el Necaxa! Y sobre todo, ¡que viva la comunidad de Rayos, porque todos somos uno!
Así es…
Y, para terminar, los invito a compartir fotografías de cómo viven al Necaxa. Aquí va la mía. Etiqueten a @ClubNecaxa y @alanamper, será un placer vernos y seguirnos conociendo.
Agradezco su tiempo y dejo abierto el foro para intercambiar ideas y opiniones.
Muchas gracias al Club Necaxa por el espacio; aquí sólo se expresa mi opinión, y no la oficial de los Rayos.
¡Fuerza Rayos!
Cualquier duda o comentario favor de escribirme a [email protected], Twitter: @AlanAmper, Instagram: @alanamper